Friday, December 7, 2018

La Historia Sin Nombre


La Historia Sin Nombre

Yo acababa de salir de la universidad, había sido un día agotador, no por las tareas o mis compañeros, sino por lo estresante de algo que me sucedió. Resulta que mi familia estaba pasando un mal rato en las finanzas, las ventas habían bajado de golpe, y los trabajadores necesitaban sus pagos, sin embargo guardamos la calma ante todo.

Ese mismo día, el decano me llama a su oficina, él y yo nos hicimos muy buenos amigos desde que entré a la escuela, él quería saber qué pasaba, si él podía ayudar o algo, y si bien lo hizo con ánimos de ayudarme, yo rechacé la oferta. Fue tal vez por modestia o por orgullo, puesto que era en realidad muy molesto tener que depender de otras personas, y si bien podíamos mantener la calma, yo en específico no soportaba eso.

Ya caminaba por mi vía habitual, en una calle solitaria y fría, que para colmo de males era oscura. Tan oscura era, que una sombra a la lejanía podía pasar por un humano. En ese instante, noté unas cuantas figuras extrañas, con lo que pensé que era cabello muy desarreglado.

Seguía sin pasar ningún carro, el aire se volvía más y más pesado de respirar, las figuras no bajaban de volumen, me seguían. Adelante el paso y ellos lo adelantaron, camine lento y ellos caminaron lento. Sentía un sentimiento muy horrible, de esos que dan cuando se siente que algo malo viene.

Es entonces cuando me apresure un poco, veía que una luz iluminaba algo que no fueran rieles de tren, iluminaba una casa, significaba que si ellos me iban a hacer algo podía gritar y ser escuchado, o eso pensé.

Fue horrible cuando vi sus cabezas, cuando las luces los alumbraron más; no era cabello lo que tenían, coronaban su cabeza cuernos, cuernos oscuros, pero había uno entre ellos que tenía cuernos blancos, supuse que era el líder de ellos. Preferí correr.

Corría, corría de mis perseguidores; no dejaría que aquellos me pusieran las manos encima. Gritaba, gritaba pero nadie salía a mi auxilio. Yo los veía correr. Su desplazamiento era un poco… extraño, del absurdo de una persecución veloz pero elegante, emanaba un aire siniestro, ellos guardaban algo.

Además de eso, note que a ellos se les hacía difícil seguirme cada vez que giraba hacia la derecha. En cambio, cuando me mantiene corriendo en línea recta, me iban alcanzando más rápido. Yo por mi parte aproveché esa ventaja para tratar de perderles, pero siempre los tenía detrás mío.

Dado que no estuve mirando el camino por un tiempo corto mi pie chocó con una pequeña piedra en el andén. Por poco me caigo; es entonces que considero mirar hacia el frente para poder tener un mejor manejo de mi espacio y no tropezar con cualquier objeto en frente mío.

¡Qué horrible fue el sentimiento de tener que correr en una noche en la que la temperatura estaba a eso de 5 grados Celsius!, con una ropa casual, y las ansias de salir de este problema para siempre. Es entonces cuando volteo para ver a los señores de cuernos, y me doy cuenta de que su paso bajaba de velocidad, mientras yo seguía corriendo con la velocidad que mis piernas me permitieran. Pero qué horrible fue el sentimiento que tuve después, un frío me recorrió por la espalda.

¿Por qué se detendrían ahora, después de tanta persecución, sino es porque tenían un plan?  Es cuando giro mi cabeza hacia el frente, que me percato de que estaba en un barrio desconocido para mí, pero más que eso, había un grupo muy grande de hombres con cuernos, ellos estaban reunidos alrededor mío. Luego todos se abalanzaron sobre mí, sin embargo no recuerdo exactamente qué sucedió después de eso, solo que ellos cantaban.

Cuando desperté, una luz cegadora me irradio los ojos. Enseguida me di cuenta de que quienes me rodeaban eran aquellos hombres, mientras yo estaba sentado en una silla. Sin pensarlo dos veces luche, trate de desatarme, de ser imponente; nada.


-¿Por qué tratas de escapar, si tú debes pertenecer acá?- Me preguntó otro hombre con cuernos oscuros.



-¡Yo no debo, ni pertenezco acá! Quítenme estas cuerdas.-Le respondí.

-¿Cuerdas, estás seguro de tener cuerdas?-Preguntó el hombre muy lentamente.

Es entonces cuando me doy cuenta de no tener ninguna cuerda, ¡Nunca me ataron! Simplemente estaba sentado en la silla, dentro de aquel oscuro salón, semivacío.

-No luches, estamos aquí por ti- Decía otro hombre de cuernos negros- ¿No deseas riquezas? ¿Deseas confort?

-¿Que deseo?... Desearía dinero- Le respondí, pensando que tal vez así, siguiéndoles el juego me dejaran ir.

Después de unos segundos en silencio, ellos empezaron a cantar algo que en aquel momento no entendí. Acto seguido el líder se acercó contándome su historia; muy enriquecedora por cierto; y dijo: Bienvenido seas, hermano.

En ese momento no sentí ningún sentimiento de tristeza, de angustia, o de ira; no sentí nada en ese momento. Y, cuando me extendieron los brazos para la bienvenida, me apresure a abrazarlos, como si supiese sus intenciones de darme una bienvenida, ellos eran mi nueva y verdadera familia.


-Vale Anthony, ¿Estuviste bebiendo antes de venir acá? Es que, no nos vemos desde la última reunión escolar y ya andas contando historias estrambóticas- Se rió el muchacho desconocido

-¿Por qué nunca me crees, ha?- Repuso Anthony entre risas

-Es que, ¿Quién te creería, contando una historia tan volada?

-Tienes razón- Dijo Anthony esbozando una sonrisa - Oye, ya es tarde, ¿Qué tal si nos vamos de este café?

Habiendo salido del café, aquel muchacho desconocido escucha a Anthony tararear una canción un tanto extraña, poco agradable para él.

- Oye Jones, ¿Que tarareas?

- ¿Recuerdas la canción que te dije que ellos cantaron?- Repuso Anthony después de un largo silencio, entre toda esa oscura y fría calle, por donde ningún carro pasaba esa noche.

Por Alberto Arias, Step 11